La necesidad de repetirse

Posted: martes, julio 10, 2012 by Godeloz in Etiquetas: , ,
1



Cuando se hace una retrospectiva del Cine Colombiano en los últimos diez años, o por lo menos desde que fue aprobada la Ley de Cine en 2003, se suele comparar el desarrollo de la cinematografía nacional con las etapas de la vida de un hombre. Se habla de una infancia incipiente, una pubertad largamente enquistada y una adolescencia que se resiste a convertirse en madurez. Sin embargo, con una industria cinematográfica que todavía no despega, es más apropiado que el lugar común se devuelva a una etapa embrionaria; incluso más atrás, a una fase en la que miles de espermatozoides agitan desesperadamente sus colas en su intento de liderar la vanguardia que fecundará un óvulo que se resiste a llegar al esplendor de su fertilidad.

Esto se debe, en parte, a la gran dificultad que tienen los realizadores para sacar adelante sus proyectos, por lo que el listado de realizaciones se compone de una gran cantidad de óperas primas y directores que tardan una suma agotadora de años para completar al menos una segunda película. En estas condiciones es muy difícil identificar una tradición cinematográfica sólida y menos aún hablar de ejercicios estilísticos notables por parte de los realizadores.

En la página web del Ministerio de Cultura existe un listado que intenta recoger las producciones nacionales desde 1915. Aunque no es una compilación rigurosa, pues faltan algunos títulos y se incluyen otros que no son propiamente filmes colombianos. En casi 100 años, ese catálogo cinematográfico acumula 347 películas de las cuáles, entre 2002 y 2011, se estrenaron 88 títulos. El listado aún no incluye las 10 ó 12 producciones nacionales que rotarán en la cartelera durante 2012 pero un análisis de sus datos sirve para ilustrar este artículo.

Entre los directores que han estrenado películas en los últimos diez años, están incluídos, como no, los maestros que durante varias décadas han ejercido un apostolado del cine más o menos afortunado. Aunque uno quisiera ver los nombres de Luis Ospina, Víctor Gaviria, Jorge Alí Triana o Sergio Cabrera con mayor frecuencia. El que tiene el récord de estrenos es Harold Trompetero, con ocho producciones. Por lo demás, los directores del listado aparecen una o a lo sumo dos veces. Felipe Aljure, Rodrigo Triana, Carlos Moreno, Simon Brand, Andy Baiz o Ciro Guerra son algunos medianamente productivos. En otro extremo están Óscar Campo, Carlos César Arbeláez, Oscar Ruiz Navia o los hermanos Juan Felipe y Esteban Orozco que estrenaron óperas primas que han salido bien libradas ante la crítica nacional e internacional.

Y cada vez se siguen sumando nombres a esa lista, pues el promedio anual de estrenos de 10 o 12 películas nacionales se ha mantenido estable durante la última década, aunque esta cantidad es incipiente si nos comparamos con el cine de México, Brasil o Argentina donde la industria del cine hace rato salió del cascarón. En 2011, por ejemplo, se estrenaron en Argentina alrededor de 80 películas de producción nacional. Una de las preguntas que subyacen en el fondo es ¿cuántos de estos directores podrán construir una obra sólida y un estilo que los identifique como autores?

Un vistazo a los géneros cinematográficos más frecuentes en el cine nacional da luces sobre las exploraciones estilísticas que prefieren los realizadores.

En una disección de los ingredientes narrativos de las películas dirigidas por colombianos saltan a la vista dos tendencias. Por un lado están los directores que toman elementos de la realidad cercana para construir historias dramáticas que sitúan a sus personajes en contextos sociales extremos donde la violencia, la pobreza o la confrontación de clases hacen parte del planteamiento central. En el otro lado de la balanza están las películas cercanas a la comedia y el melodrama. Estas dos corrientes acaparan casi todo el grueso de la producción nacional. Géneros cuyas fórmulas tienen reglas apropiadas por la audiencia como el terror, la ciencia ficción, la fantasía o el cine de aventura son menos abordados por los cineastas colombianos.

En estas dos tendencias los géneros se combinan y surgen variables interesantes. El género de las road movie, por ejemplo, despierta mucho interés entre los realizadores. Su estructura argumental facilita el desarrollo de cualquier historia. Ahí están los casos de La sombra del caminante (2005) y Los viajes del viento (2009), de Ciro Guerra; Apocalipsur (2007), de Javier Mejía o Retratos en un mar de mentiras (2010) de Carlos Gaviria, en las que la trama y los personajes obedecen a la lógica del viaje, lo que sucede entre el punto de partida y el de llegada. Un ejercicio más complejo es el que hizo Oscar Ruiz Navia con El vuelco del cangrejo (2010), donde la trama queda oculta en el subtexto de la película y el tránsito del personaje -emocional y físico- es una adivinanza que el espectador debe resolver.

Otra tendencia notable es la del cine que toma como eje temático la violencia. Y no porque exista profusión de películas centradas en contar historias de maleantes y policías, o narcotraficantes y sicarios, o guerrilleros y paracos, sino porque la aparición de una producción que aborde estos temas, aunque sea parcialmente, genera casi siempre una polémica innecesaria sobre la imagen de país que se proyecta. Es más importante analizar los alcances estéticos a los que han llegado algunos realizadores tratando este tema, ya sea desde la denuncia de una realidad evidente o desde las posibilidades artísticas que ofrecen los personajes típicos de los bajos mundos de la guerra y el crimen. 

Una película como La primera noche (2003) de Luis Alberto Restrepo, se ubica en un extremo opuesto a la realización del año 2008 Perro come Perro de Carlos Moreno. Ambas abordan la violencia desde diferentes ángulos y los realizadores asumen los desafíos creativos de un modo distinto. En el primer caso, Luis Alberto Restrepo trata de contar una historia realista desde el punto de vista de las víctimas, una familia de desplazados que llega a una ciudad tan agreste como los ejércitos que la obligaron a huir. En cambio, Carlos Moreno deja el realismo a un lado para construir un thriller criminal que se alimenta de los estereotipos para crear un mundo nuevo, parecido al real, pero con sus propias reglas.

Un afán clasificatorio obligaría a que en la primera línea, fiel a la realidad, más dramática, se mencionara por ejemplo a Los actores del conflicto (2008) de Lisandro Duque, Los colores de la montaña (2010) de Carlos César Arbeláez o Silencio en el paraíso (2011), ópera prima de Colbert García que aborda el tema de las ejecuciones extrajudiciales por parte del ejército. En la otra línea, que se permite más licencias desde la ficción, habría que ubicar a El colombian dream (2006) de Felipe Aljure, Bluff (2007) de Felipe Martínez, La sangre y la lluvia (2009) de Jorge Navas o Saluda al diablo de mi parte (2011) de los hermanos Juan Felipe y Esteban Orozco.

Sin embargo, este intento de clasificación es tan caprichoso como aleatorio pues, paradójicamente, la diversidad y la escasez en el cine colombiano existen de manera simultánea.

Los directores que tienen un estilo claro para hacer sus películas son pocos. Es fácil reconocer el estilo de Víctor Gaviria quien consolidó esa forma tan suya de hacer cine con Sumas y Restas (2005); y aunque los hermanos Orozco apenas han rodado dos películas -Al final del espectro (2005) y Saluda al diablo de mi parte (2011)-, se nota una inclinación hacia un cine comercial que bebe de las enseñanzas de industrias como la de Hollywood. Junto a ellos hay una generación de directores que no se conforman con las posibilidades que el país ofrece y participan en cooproducciones con las que reclaman más participación en la cartelera internacional. Simon Brand, director de Paraíso Travel (2008) y Andy Baiz, director de Satanás (2007) y La cara oculta (2011), hacen parte de esa camada en la que también se incrustan los herederos del formato televisivo como Gustavo Bolívar, Dago García, Harold Trompetero, Jaime Escallón y otros responsables de taquillazos anuales que, para bien o para mal, ayudan a que el negocio tenga una apariencia rentable.

Ahora las oportunidades están dadas para que las ambiciones artísticas o comerciales de los cineastas se cumplan.

Y ante la apertura de las posibilidades, surgen producciones dispuestas a tomar más riesgos y realizadores que no temen a sus obsesiones, lo que a la larga les permite encontrar una voz propia reconocible.  Ya se empiezan a ver propuestas interesantes como El Páramo (2011), de Jaime Osorio Márquez, enmarcada en el cine de horror, género poco aprovechado en el país. Y también se destaca la animación Pequeñas Voces (2011) de Óscar Andrade y Jairo Carrillo, tan cercana a producciones internacionales aclamadas como Persépolis o Vals con Bashir. Otro ejemplo que no debe faltar es el de Yo soy otro (2008) de Óscar Campo, impresionante historia de ciencia ficción candidata a convertirse en película de culto y de cineclubes subterráneos ya que su duración en cartelera no le permitió llegar a un público que reconociera su enorme potencial.

Tal vez con la nueva ley de fomento a la industria cinematográfica aprobada este año, los cineastas tengan más herramientas y recursos para trabajar con rigor haciendo más películas. No hay otro modo de crear un sello que en el futuro permita la existencia de un cine colombiano con reglas propias. Un famoso cineasta dijo que el estilo nace de repetirse a uno mismo y de verdad es una necesidad apremiante que los cineastas colombianos tengan la rara oportunidad de repetirse más a menudo.

1 comentarios:

  1. Anónimo says:

    I leave a response when I like a post on a blog or if I have
    something to contribute to the discussion.
    It's a result of the sincerness communicated in the article I looked at. And after this article "La necesidad de repetirse". I was excited enough to post a thought :) I do have 2 questions for you if you tend not to mind. Could it be only me or do some of these responses appear like they are written by brain dead individuals? :-P And, if you are writing at additional sites, I'd
    like to follow you. Could you list every one of all your public pages like your Facebook page, twitter feed, or
    linkedin profile?
    http://facebook-egy.com/index.php?do=/blog/64645/leading-particulars-designed-for-small-business-web-design-features-very-si/
    http://monerjanala.com/index.php?do=/blog/19654/function-of-small-business-web-design/

    my web site: optimism