Ávatar, el vórtice del cliché

Posted: jueves, enero 07, 2010 by Godeloz in Etiquetas: , ,
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La nueva película de James Cameron ha barrido con la taquilla en cada país que se estrena. El director de Titanic ha logrado recaudar 352 millones de dólares en Estados Unidos y en menos de tres semanas, como lo registra blogdecine.com, ha recaudado más de mil millones de dólares en todo el mundo. Si el mensaje de la película fuera consecuente en ambos lados de la pantalla, ese dinero podría usarse para una buena causa como salvar el amazonas, desterrar el hambre en África o proteger la casita de los osos polares. En fin, ya sabrán los productores en qué invertirán su menuda y ojalá no sea en una secuela que arruine lo que Cameron ya logró en esta deslumbrante película que tiene embelesados a los espectadores del planeta tierra.

No es sólo la posibilidad de lucir unas gafas 3D la que está atrayendo a las masas a los teatros, es el buen mercadeo que se ha dado de la película como una idea innovadora y revolucionaria que parte en dos la historia del cine actual. Un hito que podría compararse con el logrado años atrás por George Lucas al crear la saga estelar de los Skywalker. Pero me parece que los paisajes, las criaturas y en general el mundo de Avatar no resultan tan novedosos como en su momento resultó la historia de innumerables aristas de La Guerra de las Galaxias. Para empezar, Avatar se ciñe al clásico esquema del elegido. Un hombre tocado por los dioses destinado a aprender, errar y reivindicarse liderando una causa perdida que sin embargo resulta victoriosa.  Y aunque el esquema funciona en muchos filmes, en este, el héroe carece de intensidad y no expresa una personalidad poderosa que logre mitificarlo como a un Han Solo del siglo XXI.

Por otro lado, la impactante raza de los Na’vi es bella en su diseño. Su estatura que triplica la de los seres humanos, su agilidad, su salvajismo, su hermandad con la naturaleza y sus destrezas en la caza y la guerra acaparan la atención y causan un asombro que se apaga pronto porque uno no deja de pensar en la semejanza de esa raza con las tribus africanas y americanas que encontraron los colonizadores europeos en sus viajes y saqueos, y aunque es una buena forma de transmitir un mensaje aleccionador, una moraleja si se quiere, también es una manera facilista de inflar un argumento porque esa rigurosidad técnica usada a la hora de rodar la película está ausente en el guión en el que resaltan bastantes clichés y una dosis innecesaria de gringadas: el erotismo que brota bajo la sombra mágica de un árbol o la música electrónica que suena en uno de los rituales de la película son solamente algunos ejemplos.

Dejando a un lado los lugares comunes tan abundantes en la película y lamentablemente  tan necesarios para convertirla en el monstruo de las taquillas que es, Avatar posee virtudes que la hacen valiosa pero no lo suficiente, pues estas virtudes son apenas mencionadas como algo más del decorado. El concepto de un mundo hiperconectado biológicamente es poderoso pero el tratamiento que se le da es poco más que pintoresco. Se nota una buena intención en el mensaje ecológico de la película pero tampoco se hace un énfasis que realmente lo convierta en un espejo de la crítica situación que vive hoy el planeta tierra, es más, por momentos aburre tanto paisajismo. El espectáculo del 3D le da una buena resolución a la imagen y acentúa los colores pero el lenguaje visual usado para transmitir la ilusión sigue siendo prosaico y no supera algunos logros de los filmes animados: la mayor recursividad en Avatar no va más allá de un objeto o un perfil humano que se interponen entre el público y la escena para transmitir una perspectiva tridimensional pobre. Las persecuciones aéreas y las caídas desde grandes alturas también conforman ese repertorio del 3D  pero no transmiten el vértigo que por ejemplo sí lograba transmitir Up de Pixar.

Al salir de la sala de cine hay un sentimiento de satisfacción, el espectáculo valió la pena pero pasan los días y persiste un sinsabor que cada vez se vuelve más agrio por nuevos detalles cazados en el aire: un día es la actuación sin esmero de los protagonistas, otro día es el doblaje sobreactuado de las copias para las salas 3D, al día siguiente resulta ser la innecesaria voz en off de un narrador que carece de cerebro… así es que va pasando el tiempo y aquellas películas que se proyectaban como sucesos ineludibles del cine van quedando atrás, a una distancia de años luz de las verdaderas obras maestras.

Por lo menos esta fiebre de Avatar revela los modos desmesurados en que se puede hacer cine cuando sobra el presupuesto, eso es una esperanza para que en futuros muy cercanos la ciencia y la tecnología se pongan al servicio de una buena historia.


En el siguiente video se pueden ver algunos detrás de cámaras de la película.

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